Este es ya el cuarto fin de año que celebro en lo que va de ídem. Primero fue el año judío, luego una amiga española y yo convencimos a un nutrido grupo de americanos de que engullir doce uvas casi sin masticar en tiempo
récord no era un riesgo de
atragantamiento y una irresponsabilidad sino una bella tradición local, y picaron. El fin de año americano fue el más
tranquilito, pues estuvimos viendo en la
tele la multitud en Times
Square y poco más, dado que todo el mundo desaconseja meterse en el barullo, con el frío y la espera de horas sin poder sentarse.
Y ahora llega el turno del este de Asia, así que ¡feliz año del Tigre!



La danza de los leones es el elemento más característico de la víspera de año nuevo chino. Los leones, llevados por dos personas, entran en todas las tiendas y restaurantes del barrio, para repartir buena fortuna.

Dentro de la tienda, y tras el baile al son de los tambores y los platillos, se ofrece al león un sobre rojo con dinero como
agradecimiento por su bendición.

Oriente y Occidente se encuentran.

Las cofradías llevan carros donde transportan los pesados timbales y grupos de banderas




En el Estado de Nueva
York están prohibidos los fuegos
artificiales, así que han llevado al extremo los elementos que sí están permitidos, como petardos que explotan al arrojarse contra el suelo o cañones de
confeti,
serpentinas, paracaídas de papel...

Avanzada la celebración, algunos cofrades se relajan e improvisan, como este señor que nos deleitó con una
exhibición de
katas a lo Chiquito de la Calzada.

La cofradía
franckmasona de
Chinatown cubre los comercios de la zona más humilde del barrio de la que nadie más parece acordarse, lejos del bullicio de las calles centrales. Me intriga que algunos de los comercios no les dejaron entrar poniendo un bidón en la puerta. Creo que me falta información sobre todas las implicaciones del ritual. Pero la imaginación es libre.

Al final, derrengados, unos leones cruzan a dos patas Canal
Street en retirada. Ya está bien por hoy.

Ni
Confucio puede con su alma.