sábado, 22 de agosto de 2009

Sauna.

¿He dicho alguna vez lo que más me gusta de esta ciudad? Su clima. Es de lo más agradable. El invierno gélido de menos 15 o veinte grados todavía no lo he vivido (tiempo al tiempo) pero creo que ya puedo afirmar sin dudar que, utilizando una expresión muy americana que en este caso es literal por los montones de basura acumulados en las calles, el tiempo en Nueva York apesta.

No conoce los términos medios, todo es a lo bestia.

Estos son los dramatis personae:

El gran protagonista: El calor. He vivido olas de calor en España y Madrid en verano es una sartén, pero Nueva York es una sauna que se han olvidado de regular. En cuestión de un minuto pasas a estar completamente empapado de tu propio sudor, y el bochorno te impide hasta pensar. Hay que moverse despacito y buscando ápices de brisa y zonas en sombra o simplemente te achicharras. El infierno está en los andenes de metro. Ahí a menudo la humedad se convierte en una nube de vapor. Los neoyorquinos parecen haber asumido su destino y se les ve aguantando estoicamente sin decir una palabra y con la mirada en el infinito contando los segundos que quedan para que llegue el tren. Y el método más obvio de combatir el sofoco, echar aire con un abanico, parecen no conocerlo. Cuando saco un abanico de papel y empiezo a echarme aire, algunos me miran con ansia pensando: "¡Claro!, ¡Cómo no se me había ocurrido!" Y uno o dos sacan sus periódicos gratuitos y comienzan a abanicarse torpemente. Tecnología punta... si los españoles nos pusiésemos a importar aquí abanicos y botijos nos hacíamos de oro!

El antagonista: El aire acondicionado, a todas horas y a toda pastilla en el trabajo, en las tiendas, en los ascensores...Tienen tanto miedo a los meses de calor (y les importa tan poco el medio ambiente) que empiezan a ponerlo meses antes de que sea realmente necesario y tienes que llevar un jersey en los interiores y camiseta en la calle, pero ahora la verdad es que se agradece, aunque acentúa el cambio de temperatura una vez que uno vuelve al horno. Y como todos los locales tienen, si vas por la calle te van dando bofetadas todos los chorros de aire caliente que sacan exactamente a la altura de tu cara. Muy bien pensado.

La estrella invitada: el viento. Hoy tenemos amenaza de huracán que viene del Atlántico. El martes pasado 500 árboles fueron arrancados de raíz sólo en Manhattan en una tormenta de 15 minutos. Al día siguiente me tocó en el trabajo lidiar con las reparaciones de una torre de pisos que tenía muchos cristales rotos y carpinterías abolladas porque las sillas de las terrazas del edificio al otro lado de la calle habían salido volando contra la fachada.

El gracioso: La lluvia torrencial, que aquí llaman "flash flood", algo como inundación repentina, que yo traduciría más bien como "una manta de agua". En unos pocos minutos pasa de estar soleado a cubrirse todo de nubes negras. La sensación es que se ha hecho de noche salvo que miras el reloj y son las cuatro. Entonces todo el mundo lo sabe: hay que correr a protegerse en el primer sitio bajo cubierto que encuentre. Hay un modelo "oficial" neoyorquino de paraguas barato que sirve para poco si te pilla una de estas trombas: a los pocos minutos se le rompen las varillas, se descose y se convierte en un amasijo inútil. Es el momento de los vendedores ambulantes, que aprovechan para salir y multiplicar por tres el precio de sus paraguas, que durarán otro flash flood antes de tener que tirarlos a la basura.

En fin...al menos lo de los cocodrilos en las alcantarillas es un mito.

¿O no? :-)

9 comentarios:

  1. ¡Esta es la entrada número cincuenta de Manzattan! Gracias a los que lo habéis seguido, hecho comentarios, debatido o simplemente ojeado. Tambien hace ya seis meses que llegué aquí, y no hay un día que no descubra algo nuevo. ¡Seguiré intentando dar fe de las cosas que pasan en esta ciudad alienígena!

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  2. Buf, que susto cuando he leido el titulo del post! Pensaba que ibas a contar una historia de como se te habia caido el jabon en las duchas de tu gimnasio y entonces vino un... y tal.

    Abrazos,
    El Khalifa.

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  3. Veo que te las apañas bien para combatir el clima extremo, y que en Madrid se dan esos picos con menor intensidad y, sobre todo, con menos humedad. ¡Ya nos contarás qué tal en invierno! Un abrazo.

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  4. Han bajado un poco las temperaturas. La gente dice que "este año no está haciendo verano". ¡Menos mal, no quiero probar cómo será esto un verano "canónico"!

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  5. Coméntole que el botijo no es un buen producto para exportar a un clima húmedo, puesto que su efecto refrigerante se basa en la evaporación que produce la sequedad ambiental. Por eso, se suelen dejar al sol, para que evaporen y se refresquen más, asumiendo el efecto aislante del barro.
    Por el mismo motivo, la sensación térmica del aire acondicionado es mayor en esos climas saunosos, ya que no sólo refresca, sino que también seca el ambiente (de hecho en origen se inventó para secar, no para enfriar), y así se provoca esa sensación de fresquito de cuando abrimos la puerta de un baño en el que acabamos de ducharnos y está todo lleno de vapor.
    Así que en el clima húmedo, ducharse apenas refresca. Lo siento.

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  6. Todo eso que cuentas lo desarrollaron los hermanos Olgyay, autores de este bello dibujito: http://www.construible.es/images/news/olgyay1.jpg que sin duda conoces (pues ambos lo estudiamos en su día en el mismo libro :-P). La zona de bienestar, con forma de boina carlista, se reduce sensiblemente cuando aumenta la humedad. La manera de recuperarlo si no se puede secar el aire es aumentando la velocidad del viento, es decir, dándose aire con un abanico o un ventilador, o creando corriente.

    Una explicación más detallada:
    http://www.miliarium.com/Paginas/Prontu/Arquitectura_Sostenible/Clima/Olgyay.htm

    Ducharse refresca poco...pero al menos palia la sensación "pringosa" ("sticky") del binomio sudor+contaminación. Es curioso porque a todo el mundo le pasa lo mismo: llega a un sitio de la calle todo sudado, pelo y ropa empapados, pringoso y avergonzado por la mala imagen que va a dar...y se encuentra que todos en el lugar (ya sea fiesta chic, conferencia, inauguración de exposición o reunión de trabajo) están igual, y pensando lo mismo. Es una situación colectiva socialmente incómoda de lo más interesante. A nadie le apetece que le presenten gente cuando parece que viene de cazar anacondas en el Amazonas, pero es tan evidente que el interlocutor está pasando por lo mismo, que al final la gente se acaba desinhibiendo!

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  7. Otro efecto del calor húmedo es el "delicioso" olor a podrido que te asalta a cada esquina. Allá donde haya un charco, agua estancada o cualquier materia orgánica (no entremos en detalles, por si hay alguien comiendo), se percibe ese hedor indescriptible. Me han mandado este mapa de olores de Nueva York, todo sea dicho, hecho por alguien que quiere mucho a la ciudad, porque las esencias de flores campestres combinadas con Chanel No. 5 de las que habla hay que buscarlas con saña!

    http://www.nytimes.com/interactive/2009/08/29/opinion/20090829-smell-map-feature.html

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  8. Una aproximación más realista:

    http://nymag.com/daily/intel/2008/07/where_is_new_yorks_worst_smell.html

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  9. En Huelva cuando hace musha musha caló decimos;

    girdama! o boshosno...

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