lunes, 28 de diciembre de 2009

¡Atención...

...niños lentos jugando!

domingo, 27 de diciembre de 2009

عاشوراء في المدينة نيويورك

Esta ciudad tiene la capacidad de sorprender en momentos inesperados, cuando uno cree que lo que viene es rutina. Aprovechando un día soleado y algo más cálido que los anteriores he ido hoy de paseo por Midtown. Pensaba yo darme una vuelta por el MoMA para volver a ver la exposición sobre la Bauhaus que no pude deglutir convenientemente hace unos días.

Pero en el camino me he encontrado con esta escena: una multitud de mujeres vestidas de negro y tapadas con el hiyab, el velo iraní y en frente de ellas, desfilando en procesión, nutridos grupos de hombres se golpean rítmicamente el pecho y la cabeza mientras suenan por los altavoces rezos en persa, urdu y árabe. En medio del espectáculo, que tiene lugar en pleno Park Avenue, se yerguen dos altísimos pendones, uno negro con textos en persa y la mano de Fátima en lo alto y otro más alto todavía, espeluznante, blanco y manchada su superficie de rojo en evidente alusión a la sangre derramada. La procesión de los chiíes neoyorquinos avanza hacia el norte cada vez más frenética, y al llegar a la calle 65 algunos de los hombres empiezan a hacerse cortes en la cabeza y en la espalda, hasta quedar ensangrentados y sin parar de golpearse ni de cantar.

Es la Ashura, la conmemoración de la muerte de Huseín, el nieto de Mahoma. En medio del grupo, un sepulcro lleno de inscripciones simboliza el cuerpo del mártir.

Pregunto a un grupo de congregados qué significa la inscripción bajo la mano de Fátima que a duras penas alcanzo a leer y debe estar en persa. La respuesta no tiene desperdicio: "No lo sabemos. Eso lo sabe nuestro imán, nosotros, no".

Un primer pensamiento: hay que echarle valor para montar ese numerito precisamente en Nueva York , con toda la parafernalia y repitiendo a coro frases de las que sólo se alcanza a entender: "Huseeeein, Huseeein".

Al primer pensamiento se le superpone enseguida otro: efectivamente, hace falta un relativo valor, teniendo en cuenta que las miradas de los neoyorquinos que pasan son más de pasmo y de pavor que de agresividad y que un numeroso grupo de policías escolta a la comitiva. Esto sucede en una democracia, que tendrá sus imperfecciones, pero valor, valor, es el que habría que tener para sacar al Cristo en procesión por las calles de Teherán.

Lamentablemente no llevaba la cámara conmigo. He encontrado estos vídeos del año pasado y he seleccionado los no sangrientos para no darle el día a nadie, pero el resto se puede ver en Youtube.


Servicio a domicilio

Spain Includes Portugal


La librería Strand es el reducto de los intelectuales de Nueva York, la tienda de libros más completa y especializada en rarezas y segunda mano, donde uno puede conseguir publicaciones fuera de los circuitos comerciales. Llegué a ella cuando vi que mi lista de libros para regalar estas navidades era acogida con perplejidad por los dependientes de unas cuantas librerías, incluida la famosa Barnes & Noble. El mismo empleado de ésta última me remitió a la competencia ante mis quejas desesperadas. Algunas de las peticiones eran cosas tan genéricas como cualquier antología o libro de poemas de Lorca, o la mítica How To Be an Alien, de George Mikes, un clásico de Penguin que le quería regalar a un amigo inglés.

Strand no sólo resultó no tener tampoco ni uno de los títulos que quería (nada realmente especial, insisto) sino que en la búsqueda me encontré con esta pintoresca escena: los estantes dedicados a la cultura española son un compendio de lo peorcito de nuestra historia: no había visto tantos libros juntos dedicados a la Inquisición española en mi vida. El otro segmento que cubren ampliamente es la Guerra Civil y si acaso algunos ejemplares dedicados a Franco o a la ETA.

Pero lo mejor sin duda es el letrero que se puede ver en la foto.

Salí pensativo, dándome cuenta de que falta mucho para que el mundo anglosajón deje de ver a España como un exótico y cálido lugar de bárbaros fratricidas.

martes, 22 de diciembre de 2009

domingo, 20 de diciembre de 2009

Händel en Taiwán

Sí, sí, ya sé que esto últimamente va de música casi exclusivamente... es un reflejo de que que ésta cobra cada vez más importancia en mi vida aquí y ocupa gran parte de mi tiempo libre.

Parecía que el concierto del Bronx era difícilmente superable en cuanto a surrealismo y capacidad de improvisación, pero lo mejor estaba por llegar: el sábado por la noche me llamaron de otro grupo, la Pocket Opera of New York, preocupados porque estaban a punto de cancelar el concierto del día siguiente por falta de voces masculinas. Es un coro de cámara de unos 12 cantantes con orquesta a juego, y dos de los tres bajos habían fallado en el último momento. El caso es que se debe de estar difundiendo la especie de que servidor es un kamikaze coral que se apunta a un bombardeo, porque me pidieron que me aprendiese el Oratorio de El Mesías de Händel en menos de 24 horas, para cantarlo... sin ningún ensayo, así, a pelo. Yo, ante semejante desfachatez, dije que sí, por supuesto.

Así que esa noche y la mañana siguiente me pegué una buena panzada a estudiar pieza tras pieza hasta casi veinte números corales. Creo que es lo más loco que he hecho hasta el momento en terreno musical (aparte de recluirme una semana con un grupo de frikis en un monasterio gallego para cantar ocho horas al día, que tampoco fue parvo).

El concierto tuvo lugar en la Iglesia Unificada Cristiana-Taiwanesa de Astoria, y el público era casi en su totalidad oriental. Si miraba al frente mientras cantaba enfervorecido por la belleza de la música barroca, lo que veía era a unos 300 taiwaneses escuchando en silencio.

Bueno, pues la cosa salió, y no mal a juzgar por el éxito de público. Al finalizar nos agasajaron a los músicos con un banquete de comida tradicional taiwanesa en los locales parroquiales: arroz con carne y raíces, sopa de tofu con huevo, y de postre, unas bolitas con forma de calabaza rellenas...de pescado.

Nada más por hoy. Se despide a la espera de apagar otro fuego, el Bombero Torero de los coros de Nueva York.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Merry Christmas!






They've got cars big as bars
They've got rivers of gold
But the wind goes right through you
It's no place for the old...
When you first took my hand
On a cold Christmas Eve
You promised me Broadway was waiting for me.

-You were handsome -You were pretty
Queen of New York City
When the band finished playing
They howled out for more
Sinatra was swinging,
All the drunks they were singing
We kissed on a corner
Then danced through the night


The boys of the NYPD choir
Were singing "Galway Bay"
And the bells were ringing out
For Christmas day

-You're a bum -You're a punk
-You're an old slut on junk
Lying there almost dead on a drip in that bed


-You scumbag, you maggot
-You cheap lousy faggot
-
Happy Christmas your arse
I pray God it's our last


The boys of the NYPD choir
Were still singing "Galway Bay"
And the bells were ringing out
For Christmas day

lunes, 7 de diciembre de 2009

The Taking of Pelham 1, 2, 3

Continúo con más películas de Nueva York. Esta vez, cine de accion del bueno. Me llaman la atención las cosas que han cambiado en el metro en 30 años como la tipografia de los carteles y los nombres de las líneas (antes IRT, IND y BMT), pero más todavía, las que permanecen igual, que son casi todas las demás: las estaciones cochambrosas, la gente lanzándose al vagón quedando atrapados entre las puertas que se cierran, la tripulación en los vagones intermedios, el conductor anunciando las paradas a toda pastilla, y sobre todo, la fauna que lo habita.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Nieva en el Bronx

Tenía apalabrado ir con mi amigo K-R al concierto de The Art Mob, (la Turba Artística), un grupo que escoge su repertorio buscando las piezas de música americana antigua más polvorientas, más desfasadas y a ser posible cargadas de una anacrónica moralina para cantarlas fuera de contexto y con una amplia e irónica sonrisa. No me lo podía perder sobre todo teniendo en cuenta que llevaba más de una semana obsesionado con el Shape Note, y sabía que algunas de las canciones iban a ser de ese estilo. Mi amigo me sugirió, que para redondear el día me pasase antes a ecuchar el ensayo general de otro coro en el que él canta esporádicamente, en el Bronx. Así que me cogí el tren expreso a Pelham (ver la siguiente entrada) y tras poco más de una hora me planté en el corazón del borough, concretamente en el barrio de Parkchester.

Ahí me esperaba mi amigo tomando un bagel y un café humeante y con un juego de partituras extra para mí (?). Me condujo a la Iglesia Luterana de Saint Paul, donde nos esperaba el coro, predominantemente compuesto por mujeres negras.


La música, canciones inglesas de navidad clásicas y modernas. La invitación resultó ser una amable encerrona: una cosa trajo la otra y el resultado es que al día siguiente acabé cantando con ellos un concierto de obras todas nuevas para mí.

El acto fue también un homenaje a uno de los más prominentes miembros de la agrupación, barítono, ya mayor, aunque todavía en plena carrera musical como demostró con su voz cálida y grave en un solo. Su breve discurso, en el que agradeció los honores, terminó asegurando que "la música le había salvado". Yo no pude menos que imaginar que sus palabras significaban en este caso algo más que una frase hecha, pronunciadas como fueron en un barrio que, aunque en vías de recuperación, ha sido sinónimo de violencia y miseria durante las últimas décadas.

Al concierto le siguió un ágape con diversos platos cocinados por las propias cantantes.

Cuando salimos de la iglesia nevaba con grandes copos decorando las calles del Bronx en un precioso aunque efímero espectáculo urbano.

Creo que me va a gustar en invierno en Nueva York.