sábado, 30 de mayo de 2009

Hoy nos vamos...

¡A Filadelfia en el Chinatown Bus! Rapidez, comodidad, frecuencia y precios insuperables. ¡Ah! Y es una falsedad que conductores y "taquilleros" hablen mal el inglés...no lo hablan en absoluto. Así que no viene mal aprenderse los números en chino mandarín para asegurarte de que te enteras bien de la hora de salida.

Una vez ahí, sólidos edificios de principios de siglo...

...y un interesante grupo de rascacielos que hacen inconfundible su skyline.

Entre los que destaca, por altura, pero también por su belleza, el recentísimo edificio Comcast, obra de Robert Stern.

En su interior, un juego tecnológico impresionante: las paredes están cubiertas de grandes paneles de madera...

De pronto te fijas en que un panel se gira y aparece una persona, que se pone a trepar. En unos segundos no es una sino diez, veinte...Y súbitamente, toda la pared se tranforma en un cielo estrellado. Buena parte de los paneles de madera son falsos, son una imagen proyectada en una pantalla gigante de alta definición en la que se alternan imágenes y efectos pensados para sorprender al espectador. Aquí un vídeo del artificio.


La calle más antigua de los EEUU, conservada, restaurada y presentada al público...


...en una probeta. Ésta es la trasera de la misma calle.

El (éste sí real) barrio de Society Hill lleno de casa coloniales y realmente agradable de pasear.

Las portezuelas inclinadas dan acceso a los sótanos. El origen de la versión neoyorquina de chapa de acero.

Philly, como la llama todo el mundo, es famosa por la historia americana que acumula. Fundada por William Penn con planta de ciudad romana, (una retícula ortogonal de calles norte-sur con el foro, en este caso el ayuntamiento, en la intersección de las dos calles centrales). Aquí se firmó la Declaración de Independencia (un dos de julio, por cierto) y la constitución.

Concretamente aquí:


La gestión del abundante turismo interior que viene atraido por los iconos de la independencia, es tal vez demasiado kitsh y en ocasiones los únicos locales que se ven en determinadas zonas turísticas son los actores disfrazados de Benjamin Franklin, George Washington, William Penn y Betsy Ross, (que se dice que bordó la bandera americana) con casa-parque temático incluida.

Pero hay dos cosas que se llevan incomprensiblemente todas las miradas, que atraen a americanos de todas las regiones en peregrinación: una campana, la Liberty Bell, reliquia que veneran como al brazo incorrupto de Santa Teresa y...las escaleras que subió corriendo Rocky Balboa en sus películas.

Detrás de esa cortina, los suburbios son de los más peligrosos de todo Estados Unidos.

Si consigues obviar los autobuses-barco-pato que se cruzan a cada esquina y esquivar a Benjamin Franklin, es una ciudad interesante, fácil de entender, agradable de visitar, abarcable a pie, y con un nivel medio de arquitectura de los 60 y 70 bastante superior al de Nueva York, no en vano fue el hogar de Louis Kahn.

domingo, 17 de mayo de 2009

The New Yorker.

Muchos neoyorquinos siguen gustando de comprar su periódico impreso, y claramente hay dos publicaciones que son las favoritas: The New York Times, omnipresente, y The New Yorker, un periódico semanal de información cultural y de opinión cuyas viñetas cómicas son devoradas por los neoyorquinos desde los años veinte. Desde hace unos días tenéis en el margen del blog una ventanita con algunas de esas viñetas. El esquema es sencillo, una imagen bajo la que hay un pie de foto que suele ser un breve diálogo. Por ejemplo:

-"Oh, no, ese perro se está acercando demasiado!"

-"Oye Manolo...¿tú estás seguro de que por aquí se va a Doñana?"


Tan claro tienen que es un esquema fijo, que hacen un concurso cada número para la mejor frase o diálogo que manden los lectores para darle sentido a una viñeta muda.

Y esta es la foto del primer concurso de viñetas de este blog. El premio, un ejemplar de The New Yorker...¡Hagan juego, señores!

Paco El Manitas (y la isla desconocida)

Frank Lloyd Wright, (que se puede traducir libremente como Paco El Manitas), es uno de los mitos que todo arquitecto tiene. Hay figuras de la arquitectura que gustan a unos sí y no a otros, pero los mitos, Wright, Mies y sobre todo Le Corbusier son casi como una religión, simplemente te tienen que gustar. A mí Le Corbu nunca me ha acabado de convencer, aunque en su día hice grandes esfuerzos. Me liberé de la obligación de tener que hacer el paripé el día que llevé casi a rastras a la casa La Roche-Jeanneret, a las afueras de París, a dos buenos amigos. La casa estaba cerrada y frente a ese muro blanco anodino entonces lleno de humedades y desconchones y su ventana corrida, mis amigos me miraron con cara de..."tú nos has traído aquí, ahora cuéntanos por qué". Alcé la voz en tono declamatorio: "Esta fachada...." y concluí con lo único que pude decir sin traicionar lo que estaba pensando "...¡es una mierda!".

Los grandes hitos del Estilo Internacional, con honrosas excepciones, han envejecido física y conceptualmente muy mal. Los arquitectos que los levantaron tenían en mente una nueva forma de construir...que no estaba desarrollada, así que acababan haciendo chapucillas con ladrillo y revoco. Y fueron, Le Corbusier a la cabeza, pioneros de un estilo, por mucho que luchasen contra esa palabra, "estilo", que subvertía las normas clásicas para crear una estética nueva, prescindiendo de aleros y otras protecciones que durante siglos habían procurado la durabilidad de la construcción contra viento y lluvia, y aumentando las superficie de vidrio en las fachadas, lo que atenta contra el confort y la economía en países cálidos como España, o muy fríos como al norte de Europa. Ese estilo, en manos de un genio producía espacios interesantes, pero al popularizarse y banalizarse lo que generó es el horror de los ensanches urbanos imposibles de diferenciar de tantas ciudades de los cinco continentes.

Wright se salva de gran parte de esta crítica. Él iba por libre, hizo su propia arquitectura tomando sin prejuicio lo que de la arquitectura tradicional consideraba válido o esencial, e hizo de su obra una constante investigación sobre la adecuación de la construcción al entorno físico y cultural.

Me encanta Wright.

Así que decidí hacer una de esas locuras semirreligiosas de arquitecto: invertir un día en ir a la única casa suya en Nueva York, en el centro de Staten Island.

La casa no es de las más notables, y aunque tiene algunas cosas interesantes, y se ve la mano del maestro, me decepcionó un poco y además no hay posibilidad de ver más que la fachada que os muestro. Hay quien va a ver emocionado el lugar donde murió o donde enterraron a un ídolo suyo, cantante, actor o literato, y vibra con la emoción del momento aunque realmente ha ido a ver un montón de piedras, una cuneta o una plaquita con cuatro flores. ¿Qué es lo que hace que esa gente vibre? Nada relacionado con los que están percibiendo, sino el mito que ya traían elaborado de casa. Frente a la casita de Wright me sentí un poco como esos groupies.

Staten Island es el más desconocido y despreciado de los boroughs (distritos) de Nueva York, y hay quien dice que debería segregarse. Muchos manhattanitas no han estado jamás y se puede entender por qué: se masca un ambiente suburbano de pueblo estadounidense del todo alejado a la cosmopolita Manhattan y a la emergente Brooklyn. La gorra de los Yankies en la cabeza y el chicle en la boca son parte fundamental en el atrezzo local. Es el único borough al que no llega el metro y el único con mayoría republicana. Cuando dije a mis compañeros del trabajo y de piso que había ido me preguntaron abiertamente que qué se me había perdido ahí.

La verdad es que gracias a la peregrinación arquitectónica descubrí uno de los grandes valores de la isla: las casi únicas viviendas que quedan en Nueva York de los siglos XVII y XVIII, que aquí se consideran la Prehistoria. Algunas las han transportado desde las inmediaciones para convertir un trozo de la isla en un museo abierto de la arquitectura colonial. Son casa muy modestas, de colonos holandeses e ingleses que adaptaron las formas de sus países al material más abundante en la nueva tierra: la madera.

El centro histórico de Richmond es pues, un idílico rincón de historia americana rodeado de naturaleza que recomiendo a todo el que vaya a pasar unos días por aquí y quiera desintoxicarse del bullicio urbano.


En el ferry de vuelta, a lo lejos, el perfil de Manhattan te devuelve de golpe al la realidad.

viernes, 8 de mayo de 2009

NY por la patilla.

La descripción de la escena del restaurante en la entrada anterior es pura literatura...los pocos restaurantes a los que he ido han sido más bien modestitos. Esto me da pie para inaugurar una serie de entradas con el común objetivo de difundir las actividades, lugares y objetos que se pueden conseguir en esta ciudad, sí, por tu cara bonita.

Empecemos por la omnipresente Craigslist, que lo mismo sirve para buscar clases de bailes de salón, trabajo, un piso o pareja. Tiene una más que popular sección de gente que regala cosas al primero que venga, desde un corte de pelo hasta un sofá o una bicicleta. aunque tal vez es más práctico darse un paseo los últimos días de cada mes, en los que media ciudad se muda de apartamento, y deja todos los chismes y muebles que no se puede llevar en frente del portal para que lo coja quien quiera. Ahora, es mejor que jugar mucho con eso sobre todo con sofás y camas porque sólo hay un insecto más abundante en la ciudad que sus bien nutridas cucarachas: las chinches, que ellos llaman bed bugs, y de las que hay auténtica plaga. Así que tener chinches en la cama es algo no tan raro y se ven anuncios en el metro de productos para combatirlas... no quiero ni pensarlo.

Conozco a gente que se ha dejado una fortuna viendo museos en Nueva York. La realidad es que la mayoría de ellos se pueden ver...sencillamente por lo que quieras pagar. Es lo que llaman "pay as you wish" y no lo publicitan para evitar, entre otras cosas, las hordas de españoles pasando por taquilla sin rubor con un centavo que es el mínimo con el que están obligados a darte una entrada. Como precisamente los españoles tenemos ya muy pagaditos los museos neoyorquinos, con nuestros claustros románicos, nuestros frescos prerrománicos, estatuas góticas, pinturas, capillas, patios y rejas de catedrales, no me da el menor resquemor proclamar: ¡Españoles! ¡Ejerced con orgullo patrio el arte nacional de colarse sin pagar!

Ahí va la lista no oficial.

Gratis es también el Ferry a Staten Island, con vistas a la Estatua de la Libertad, los trolebuses que te pasean por el Bronx y Brooklyn los fines de semana, periódicos como The Village Voice, el Metro o El Especialito (vaya nombre...). Y hay gente que se dedica a ir de evento en evento gracias a páginas como My Open Bar a la busca de moyate gratis. La música en directo en bares y calles, los planos de la ciudad de los hoteles, el wifi en algunas plazas como Madison Square Park o Union Square y por supuesto en la tienda Apple...

Hay auténtica pasión colectiva por estas pocas cosas, sobre todo por las que "les sirven" a los neoyorquinos (porque un paseo en trolebús por el Bronx o ver la Estatua de la Libertad se la trae al pairo) especialmente ahora con la crisis, y teniendo en cuenta que todo lo demás, con la excepción de la ropa y la informática, es tremendamente caro, muchos no desaprovechan la ocasión para lanzarse en plancha a las degustaciones de muestras de comida de los supermercados...

Se ve que la crisis aprieta..

Así que coged un plano (¡gratis por supuesto!) de un hotel, y ¡a patearse la ciudad, que eso sí que no vale dinero!

Y para finalizar, otro enlace que se llama, cómo, no, Free NYC

(Otro día haré una lista de sitios donde comer bien y no muy caro, y otra realmente barata que podemos llamar "la Ruta del Colesterol")

jueves, 7 de mayo de 2009

Miscelánea (2)

Central Park un sábado cualquiera.
La vida muelle. Al fondo, New Jersey.

¿Mississippi?
No...¡Zara en la Quinta Avenida!
Los "típicos" músicos del metro: piano, batería y claqué. ¿Cómo lo han bajado por aquí?

Cuarto de baño de mi trabajo. Antes...
...y después.
(Otra cuestión sobre los cuartos de baño. En todos los locales públicos hay una cartelito encima del lavabo, que reza: "Employees must wash hands before returning to work" A mí me resulta de un pésimo gusto: tú estás cenando en un encantador y carísimo restaurante de ambiente exótico, camarero de pingüino y música en directo, y cuando vas al servicio, el cartelito se encarga de recordarte que el tío que hace la comida es posible que no se haya lavado las manos después de ir al servicio...y te vuelves a la mesa con esa imagen en la cabeza. Todo un anticlímax, ¿no?)

Tipo rudo en el metro con su mascota.

Al final se organizó un debate en el vagón sobre si era una crueldad o algo muy mono. Ganó que era muy mono, gracias a la defensa enconada del tío de los tatuajes. Debió de pertenecer al club de debate de su instituto, ¡aunque más bien tenía pinta de estar en el equipo de rugby!

Una espontánea.