Verano.

En verano la ciudad se vuelve loca. Fiestas, eventos, conciertos al aire libre, o debajo de una piedra, festivales, arte callejero...es demasiado. Me ha llegado una hoja de Excel con lo que ofrece la ciudad por las calles y parques...y no hay quien pueda con todo. Hace unos días estuve viendo "La Flauta Mágica" por The New York City Opera en los muelles del Hudson y hoy he estado en una curiosa réplica de Shakespeare in The Park.

Shakespeare in the Park es un festival de teatro que, como su nombre indica, se celebra en Central Park. Se dedica a las obras del célebre autor inglés, y es una tradición y un ritual para muchos. El ritual empieza con la cola para conseguir las entradas, que puede llevar un día entero. Como pocos se pueden permitir faltar al trabajo para semejante cosa y la fórmula es exitosa, han surgido unos cuantos clones, entre los que destacan:

Shakespeare in the Parking Lot, versión alternativa que ocupa uno de los apelmazados aparcamientos de la ciudad como escenario.

Y a la que he ido hoy: Shakespeare on the Run, (Shakespeare a la carrera). La obra era El Rey Lear, y la gracia consiste en que cada escena tiene lugar en un punto distinto de Battery Park, con lo que si quieres verla entera tienes que salir corriendo hasta el siguiente punto, que te indican unas chicas de camiseta roja. Los actores eran muy buenos (la mayoría) y los emplazamientos están muy bien buscados, el interior del Castillo de Clinton, los monumentos del parque, o un fondo de rascacielos. En un momento culminante, al borde del agua y con la Estatua de la Libertad al fondo ha pasado justo detrás de los actores uno de los veleros antiguos que siguen navegando por esa zona.

Otro momento especial ha sido al anochecer, cuando todos, actores y público nos hemos visto inmersos en una nube de luciérnagas.

Hacía tanto que no veía una luciérnaga que ya me había olvidado de que existen.