lunes, 8 de junio de 2009

Gentrification & Putrefaction.

Gentrification, como ya os conté en su día, es el proceso por el cual un barrio marginal, o de una comunidad cerrada es tomado por jóvenes de clase media que acaban expulsando a los antiguos residentes conforme éstos ven su hábitat trastocado y conforme los precios de los alquileres y de las tiendas suben por encima de sus posibilidades.

Estamos en el año 1 después de Obama. Todo Williamsburg Norte esta ocupado por los hipsters… ¿Todo? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles dominicanos resiste todavía y siempre al invasor.

Efectivamente, el implacable proceso está casi totalmente consumado (las tiendas de barrio venden todas comida orgánica, vegetariana y baja en calorías, las lavanderías te ofrecen servicio completo y te dan la ropa planchada, y galerías de arte, tiendas de libros y de ropa vintage ocupan lo que antes eran edificios industriales y viviendas pobres. Quedan algunas reliquias que atestiguan que una comunidad polaca en su día compartió el territorio, algunos carteles sueltos que los dueños de bares han conservado por nostalgia. Bueno, quedaban dos, y en el tiempo que llevo aquí, uno ha sido sustiutuido por un inmenso grafitti.

Así que igual que en su día los dominicanos empujaron hacia el sur a los judíos, ahora están sufriendo ellos lo mismo.

Todo esto lo cuento porque ayer fui testigo de los coletazos de un Williamsburg latino que se ahoga en su propio barrio, de un episodio de West Side Story, de una de esas historias macabras que se cuentan de Nueva York pensando que son ya coaa del pasado. Sí, debajo de mi casa un grupo de adolescentes dominicanos formaron una batalla contra otro grupo de portorriqueños. Con manillares de bicis, bates, navajas y botellas les atacaron, y éstos, que estaban jugando al baloncesto, respondieron sin dudarlo con los mismos medios. El episodio duró más o menos tres minutos, que fue el tiempo que tardaron en aparecer dos coches de policía. Al grito de alarma de "¡Los burros!", los dominicanos salieron corriendo todos en la misma dirección. En el campo de batalla quedó uno de los portorriqueños sangrando por la cabeza. El jaleo siguió durante un buen rato más, con tomas de declaración, gritos, la ambulancia...

Parece ser que los padres de las criaturitas tienen ahora treinta y tantos, muchos de ellos están sin trabajo o alcoholizados, y sus hijos se han criado en el barrio sin tener ningún tipo de control o modelo a seguir. Hasta hace un año sólo jugaban al baloncesto juntos, pero han crecido y la adrenalina, la testosterona y el sentimiento gregario les ha hecho dividirse en lo que parecen ser bandas incipientes. Vamos, West Side Story, pero sin banda sonora de Bernstein y sin coreografías. Irónicamente, un grupo aficionado de ballet estuvo ensayando hace una semana."Romeo y Julieta" de Prokofiev en la misma cancha.



No quiero saber lo que pasa en los barrios "malos". Un colega me ha contado que en el vecindario del instituto de su hijo la policía espera a que llegue en metro, agrupa a los pasajeros, todos estudiantes, y les escolta hasta la clase, y lo mismo de vuelta a la salida.

Yo lo tengo claro: ¡viva la gentrificación!
...o no...

11 comentarios:

  1. ¡Uf, qué mal rollo! Me temo que lo que consigue la dentifricación esa es tan sólo que el problema se vaya a otra parte y que los hipsters vivan en un mundo feliz pero apartado de la realidad. En Berlín, la cuarta ciudad turca del mundo, puedes vivir en zonas donde ni te enteras de la existencia de los "turcos" (muchos residentes en Alemania de tercera generación). Me imagino que el resentimiento de ciertas personas que se sienten desplazadas del barrio en el que se criaron no hará más que aumentar uniéndose a las dificultades intrínsicas de crecer como extranjero no deseado en tu propio país. O quizá no. No lo sé. Siempre me he preguntado hasta qué punto los guetos nacionales (como un barrio de Augsburg que llaman el pequeño Estambul o el Chinatown en NY) pueden ser positivos o negativos para los extranjeros y para los nativos.
    Saludos berlineses,
    Mary

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  2. By the way: no sé los demás, pero yo para leer el texto del comic del New Yorker me tengo que dejar los ojos porque la letra sale enana (y tengo una pantalla de tamaño decente, 17 pulgadas o así). Propongo dos soluciones: 1. Ampliar la viñeta, que como ya es más grande que el margen qué más da. 2. Poner un enlace al periódico donde supongo que será más legible para que los miopes podamos disfrutar sin sufrir.
    Mary

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  3. Me temo que es uno de estos problemas complicados, de varias facetas y sin una solución clara. El fenómeno lleva ocurriendo en esta ciudad desde el siglo XIX y va por oleadas. El Soho y otras zonas como el Lower East Side o Hell´s Kitchen (con ese nombre...) fueron en su tiempo barrios muy conflictivos. El verdadero reto es conseguir que los que están mal mejoren estén donde estén, pero reconóceme que todo el mundo prefiere que el problema no esté en su barrio.

    La gentrificación tiene también la faceta de absorber a la parte de la población original que tiene algún recurso y que acoge con gusto el que sus calles sean un poco más seguras. Es gente que si no sería más susceptible de caer en la marginación o la droga y que se sube al carro de lo nuevo.


    En contrapartida, el sector más problemático de las zonas gentrificadas huye y se agrupa en otros barrios más a la periferia. Con lo que cada vez el problema es menor en cuanto a cantidad de población afectada pero se traslada a nuevos barrios aún más marginales.

    Es difícil de decir cual de las dos situaciones es peor, mirando la cuestión de todos los lados, porque que los centros de las ciudades sean "territorio comanche" no me parece muy sostenible.

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  4. Lo reconozco sin pestañear. Yo también prefiero vivir tranquila y sin miedo a que me den un navajazo, sin duda alguna. Otra cosa es si aparte de la calma local que se gana en un barrio la situación mejora o empeora globalmente. Al fin y al cabo, nos guste o no, esa gente son parte de la sociedad y son un polvorín que no tiene escrúpulos para estallar, ni mucho que perder.
    M

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  5. Creo que el verdadero problema es que se separen distintos tipos de clases sociales en barrios apartados. En lugar de tener que convivir con un vecino conflictivo intentado llegar a acuerdos que hagan posible la coexistencia, se deja el conflicto en otro barrio y nos olvidamos de él hasta que crece y se hace intolerable.

    ¿Hasta que punto es eso cierto? Lo veremos en breve en Madrid, al lado de las viviendas del Ruedo de la M-30, que siendo unas viviendas de realojo, han pasado 20 años y siguen siendo un gueto ocasionando problemas, creo que debido a su ubicación aislada. Se está construyendo una pasarela uniendo ese edificio con el respetable barrio de la Estrella, al otro lado de la autopista. Evidentemente, la gente protesta porque tiene miedo de lo que se le viene encima. Y yo creo que esa expansión del conflicto convertirá a "ese gueto de ahí" a un problema con más amplia repercusión, y por lo tanto, habrá más posibilidades de que se solucione un problema que las barreras urbanas nos hicieron olvidar. Seguiré de cerca lo que pase allí.

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  6. ¡Yo sí que lo voy a seguir de cerca! La segregación del ruedo no tiene que ver con una pasarela más o menos. Es en parte resultado del carácter de la sociedad gitana, y en parte responsabilidad de don Francisco Javier Sáenz de Oíza, que concibió un edificio cerrado al exterior, con un sola entrada, ensroscado sobre sí mismo y volcado a un gran espacio central, en palabras suyas "para darle el culo al barrio burgués". Aunque el edificio es feo de narices, ha conseguido su objetivo: han pasado efectivamente casi veinte años y no se sabe nada de ellos. Ya hay un puente que comunica las dos zonas, el de Moratalaz, estuvo ahí desde siempre. No sé si otro puente más cambiará las cosas. Veremos.

    Por cierto...¿tiene Villarramblas algo que ver con esto?

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  7. Y respecto al argumento principal, lo comparto: a la larga es mucho mejor el modelo "madrileño" de barrios mixtos, con las señoras de toda la vida y los inmigrantes todos mezclados: aunque genera pequeños problemas diarios, no va creciendo sin que nadie se quiera dar cuenta hasta que estalla como estalló en París hace unos años. En el fondo es eso que tan mal suena a muchos de que "los que lleguen se adapten a las costumbres locales" (y también un cierto grado de adaptación a la inversa, claro) frente al modelo que llaman "multicultural" y que suena tan bien pero que representa la incomunicación entre comunidades.

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  8. Mary: solucionado. La viñeta más grande quedaba espantosa y no mejoraba mucho el tamaño de la letra, así que he puesto un nuevo enlace en el margen. :-)

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  9. ¡Gracias por el enlace para miopes!

    Lo de la adaptación o no de los inmigrantes es un tema dificilísimo y peliagudísimo. Estamos todos de acuerdo, supongo. Yo creo que en cualquier caso se tiende a un modelo multicultural, viva donde viva la gente. Yo misma después de unos siete años de emigrada me rendí a la evidencia de que _necesito_ gente española a mi alrededor si quiero estar a gusto. Eso no significa que no me gusten los alemanes ni mucho menos, sino que con la gente con la que estoy realmente relajada es con los que comparten más cosas conmigo, en concreto con los españoles residentes en el extranjero y entre ellos los que residen en Berlín. Es decir que desde hace un par de años voy a conciertos de música española, a ver pelis españolas, quedo con españoles, etc. No sólo, pero sí bastante a menudo. Eso me ayuda también a mantener el lenguaje fresco, que no os lo creeréis pero se va perdiendo, por eso también prefiero compartir piso con gente española si puede ser, etc. Creo que es una evolución inevitable.

    Eso implica también sacrificar ciertas cosas, por ejemplo no me he ido de vacaciones largas a ningún sitio que no fuera España en los últimos años. Vamos, ¡no me quejo que estoy aquí porque quiero! ero así son las cosas. Todo esto es compatible con la adaptación a Alemania entre otras cosas porque la alemana y la española son culturas bastante parecidas y también porque España es uno de los paises favoritos de los alemanes. O sea que si vienen a casa y sólo hay aceite de oliva y no mantequilla para cocinar no tienen ningún problema. Si pregunto a mis amigos alemanes si se vienen a ver la última de Almodóvar, ningún problema. Si le digo a mi novio alemán que si se viene de vacaciones a España, ningún problema. Ya lo de ponerles pendientes a los bebés recién nacidos podría empezar a crear problemas. Si le dijera que de ponernos la mano encima antes del matrimonio nada de nada porque mi cultura o religión no lo permite la cosa ya estaría chunga, supongo. Si le dijera que a nuestra hija hay que ablarle el clítoris porque si no tanto ella como yo vamos a ser rechazadas por sus abuelos y otras personas en mi país de origen... malo, malo. Hay chicas turcas que se van a vivir con sus novios sin haberse casado, cosa perfectamente normal en Alemania y a las que sus hermanos matan por ir en contra de las costumbres de su pais. Me imagino que en consecuencia muchas chicas ni se atreverán a acercarse a un alemán por si acaso. Se me ponen los pelos de punta cada vez que pienso que esas cosas pasan por aquí. Supongo que esas cosas propician la incomunicación entre comunidades... No sé, es un tema fascinante y realmente complejo.
    M

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  10. Realmente es un rompecabezas, uno de esos problemas que si tuviesen una solución evidente, ¡se habría adoptado hace tiempo!

    Si lo analizas, dentro de tu propio discurso hay puntos de conflicto. No hay que segregar a los inmigrantes porque se aislan, pero como inmigrante te apetece segregarte. Igual lo mejor, como en casi todo, es una opción intermedia, en la que se intregra en la cultura del país sin renunciar al sentimiento identitario sin llevar las cosas al extremo. Es fácil de decir, ya lo sé. Cuando hablo de segregación me refiero a que aquí hay zonas en las que directamente no se habla inglés, sino español, chino, yiddish, ruso o griego, y hay gente que no lo llega aprender nunca con lo que está destinado a no salir NUNCA del barrio o hacerlo como el que viaja al extranjero. Si además el vecindario de al lado tampoco habla la lengua vehicular, sino una tercera, tenemos compartimentos completamente estancos. Eso no es lo mismo que irse con unos amigos a ver una película de tu país.
    Aunque por cierto, hace falta echar MUCHO de menos España para ver películas españolas, con el cine que tenemos... :-D

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  11. Precisamente lo que quería expresar con mi duscurso es esa contadicción intrínseca y también cómo con el tiempo se acaban abandonando ciertas utopías. Me gustaría puntualizar que a pesar de todo la mayoría de mis actividades son de algún modo alemanas (con alemanes, en alemán, etc.) incluyendo mis 8 horitas diarias de curro. Lo español ocupa como mucho un 30% de mi vida (aunque no sé muy bien en qué lado se contabilizan las horas de sueño, jeje).

    La adaptación requiere un esfuerzo por ambas partes que mucha gente no está dispuesta a realizar. De todos modos como los inmigrantes vienen de distntos paises lo lógico es que el principal esfuerzo lo hagan las instituciones del país de acogida. Cosas como clases de idioma gratuitas, un tratamiento digno por parte de la administración, información sobre y acceso a ayudas sociales (hablo de las que también reciben los autóctonos, que ya me imagino que en EEUU serán más bien pocas), etc. pueden ayudar a vencer muchas reticencias de los recién llegados a acercarse a la cultura que les acoge. En Suecia por ejemplo, dan las noticias en "sueco fácil" para inmigrantes. Una pequeñez, pero en mi opinión fundamental para fomentar la integración. En Alemania hay que decir que la política de inmigración brilla por su ausencia. El resto es educación de los ciudadanos.
    M
    p.d.: Donde dije cine español digo cine _en_español. Mejor, ¿no? De todos modos no llega todo ni mucho menos...

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