viernes, 24 de abril de 2009

Por el East River y el Bronx

Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.

Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.

Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.



Yo siempre pensé, a la vista del poema de Lorca, que Nueva York miraba a sus ríos, rodeada como está de agua por todos lados. Con mi complejo de madrileño que sabe que su ciudad ignora al Manzanares (justificadamente, todo sea dicho), tenía la idea de que las grandes ciudades se vuelcan en su ríos y en sus costas.

La ciudad en la que he estado con el enclave físico más parecido es....¡Cádiz!:

Vale, puede que la comparación sea arriesgada, en cuanto a carácter y escala no tienen nada que ver, pero son ambas son ciudades oblongas rodeadas completamente por agua, y son puerto marítimo. Pues bien, si Cádiz es su bahía...Nueva York no es sus ríos. Tiene una espina dorsal que es la quinta avenida, y todas las demás avenidas norte-sur, conforme se van alejando de ese centro pierden importancia, hasta llegar a las avenidas 1, A y B al este y 11 y 12 al oeste, que están absolutamente olvidadas, infrautilizadas, y llenas de industria decadente. Las vías de tráfico rápido, anchas e inhóspitas para el peatón, se sitúan precisamente allí, y el borde del río está en muchos casos inaccesible. Hay que decir, sin embargo que ahora está en marcha un proyecto gallardoniano para revitalizar el borde del Hudson con un parque lineal del que ya se ha construido un tramo. Pero a pesar de los esfuerzos del ayuntamiento, la realidad es que la ciudad se mira al ombligo y no quiere saber nada de sus riberas. Tendría que haber sabido interpretar a Lorca:

Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba(...) la lengua azul de la playa


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