jueves, 19 de marzo de 2009

Kiss me, I´m Irish!

Amanecía el miércoles y yo estaba radiante de felicidad: tenía una cita para alquilar y además me había respondido la amiga de la arquitecta argentina de las que os hablé en la tercera entrada de este blog. Me ofrecía alquilarme su casa, pero en este caso sólo por unos días, porque se muda de inmediato. Así que dos citas importantes seguidas. Tan contento y tan confiado estaba que me permití otro lujo, después de haber estado sin ver más que la pantalla del ordenador día y noche, puesto que cuando los demás clientes del albergue se iban a dormir era cuando más podía avanzar con la búsqueda. El lujo fue acudir a la St. Patrick´s Parade. El día de San Patricio se celebra en NYC como si fuese el santo de la ciudad. No es fiesta oficial, pero muchos se las apañan para faltar al trabajo o hacer pellas, para no perderse el gran desfile. Tanto había oído hablar del desfile, tantos bares irlandeses y no irlandeses había visto adornados con tréboles y la bandera verde, blanca y naranja, tantos grupos se veían por las calles cantando y felicitándose a voz en grito, que pensé que era tonto si me lo perdía. ¡Esta gente hace estas cosas a lo grande!

Diossssssssssssssss mío............

No he visto un desfile más pachanguero en mi vida, y estoy contando también la cabalgata del olentzero de Pamplona, y que no se me ofendan los pamplonicas.

Filas y filas de militares absolutamente desinhibidos, marcando el paso sin ningún tipo de marcialidad, algunos de paisano, muchos charlando entre ellos, o saltando medio borrachos alternaban con grupos de gaiteros escoceses y bandas de música de institutos con sus cheerleaders a la cabeza. El plato fuerte, las hermanitas de la caridad, y un gupo de paisanos desacompasados que deben de ser benefactores de la orden. Y ya está. Lo único sorprendente es que estuvieron más de cinco horas desfilando por la 5ª Avenida, y no lo sé porque me quedase, pues no duré más de 15 minutos, sino porque cuando tuve que ir corriendo a la tienda de Apple que está en la 5ª con la 52 a eso de las tres de la tarde, ahí seguían como si tal cosa, al grito de "Kiss me, I´m Irish!" La tienda Apple ha sido, por cierto, mi salvación en varias ocasiones. Localizada bajo un elegante cubo de cristal, tiene la gran ventaja de que los ordenadores que exponen tienen internet y se pueden usar. Eso lo saben muchos, y es aprovechado por los pocos manhattanitas que no tienen portátil. Yo, cansado de hacer el pino con las orejas para conectarme, me compré inmediatamente uno en una conocida tienda en Park Row, y es así como he podido empezar a escribir en este blog.

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