lunes, 23 de marzo de 2009

No es ciudad para viejos.

Tendría unos doce o trece años cuando ví por primera vez The Crowd, una película que me impactó mucho, sobre todo por esta escena, pero también por el demoledor mensaje que transmite su historia.

(Ver a partir del minuto 2:15)


A pesar de que creía haberme olvidado de ella, estos días de contacto con el frenesí neoyorquino han hecho que aflore de nuevo su recuerdo vivamente.

La media de edad de la ciudad de Nueva York es de 34 años, y eso es algo que se percibe claramente si se fija uno por las calles o en el metro. Y las razón parece ser precisamente lo inhóspito de la ciudad, lo duro de sus condiciones de vida, su clima extremo, sus precios exorbitados...todo eso hace que cuando las personas llegan a determinada edad no puedan aguantar el ritmo de la ciudad, ni moverse en la brutal hora punta del metro (y nos quejamos los madrileños de la línea 6) en la que una marea humana te empuja por los pasillos y las escaleras, y mucho menos aguantar el violento traqueteo de los metros expresos a toda velocidad. La conclusión lógica es abandonar la ciudad y comprarse o alquilar una casita en otro sitio más halagüeño por la mitad de precio que un cuchitril sin ascensor en la city. Tampoco se ven muchos niños pequeños por ahí, aunque parece ser que los hay en cantidad, porque sus padres les protegen de todo eso, y surgen como los caracoles después de la lluvia los fines de semana en Central Park. La multitud, hoy como en los años 20 que retrata Vidor de forma magistral, es inhumana y fría. Debe ser por eso que los neoyorquinos tienen tantas ansias de comunicación, para paliar esa sensación de masa ciega y muda que avanza toda en la misma dirección.

4 comentarios:

  1. Te estás poniendo ssstupendo, pero no nos dices tu horario. Abrazos

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  2. Hay que ver el vaso medio lleno... quizá sea necesaria una ciudad estresada, hiperpoblada y masificada para que los hombres se preocupen de su propia humanidad y vuelvan a hablarse los unos a los otros como, de otro modo no harían. Por lo que cuentas, el trato humano espontáneo es mucho más verdadero en NY que en Madrid...

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  3. que se hace ver la parte oscura, perversa de nosotros humanos y nuestra civilización,… “welcome to this world”.
    Pero también en esa sopa caótica se mezclan tantos aspectos, movimientos, olores, liquidos, pensamientos…. Que nacen cosas extraordinarias…. Culturalmente y creo que también socialmente.
    El ejemplo más bonito (de mi punto de vista) es la “contact improvisación”… la forma más libre, mas comunicativa, con tanta sensibilidad por el otro, tanta escucha al otro…
    Parece que es una respuesta a todo el estrés, blindness, coldness, cloness, brutality…..2 suits in the street

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  4. Mi horario, ¡oh, misterioso anónimo!, es de nueve a seis, "nine to six", como dicen aquí. En el resto de Estados Unidos, y aquí sólo los funcionarios, lo normal es "9 to 5" título de una peli de los 80 que están reponiendo como musical en Broadway.
    http://www.youtube.com/watch?v=YV7W9vWVCtw&feature=related

    Respecto a la comunicación espontánea, sí es cierto que se respira por donde quiera que vayas, y el espectáculo callejero también es una constante, en todas sus variantes, desde un flautista hindú a músicos country, folk, jazz, percusionistas con cubos y latas...y ya he visto varias veces que algunos pasajeros se les unan bailando o cantando, como en el video de ubarev, pero sin preparar y más sencillito, claro. Lo más especial que he visto fueron tres negritos de no más de diez años que en el vagón de metro, y con un estilazo fuera de lo normal, se montaron un show de danza con la sola ayuda de palmas y pedorretas rítmicas con las manos en la boca. Uno de ellos hizo del acto de quitarse el zapato un auténtico alarde estético. Otra vertiente del espectáculo callejero son los locos que van gritando, cantando o recitando Dios sabe qué por las calles o los andenes: son los "efectos colaterales" de esta ciudad.

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